Está siendo un mes de enero de recuperación de actividades que siempre me han gustado, y que entre la pandemia y otros menesteres había dejado un poco de lado.
(Palacio de Congresos y de la Música Euskalduna Jauregia,
conocido como Palacio Euskalduna)
La semana pasada me acerqué al Palacio Euskalduna, tenía pensado ir (de hecho ya tenía las entradas compradas) el 18 de marzo del 2020, para ver a Les Luthiers, pero ya sabemos lo que pasó ese día, confinamiento cortesía del COVID, obvio me quedé sin verles, y aunque quisiera ir este año a disfrutar con ellos ya no sería lo mismo, porque en abril de ese mismo año murió Marcos Mundstock. Pero me da que este año voy a recorrer bastante sus pasillos. Mirando la programación del Euskalduna, ya lo primero que vi me llamó a gritos y en ese mismo momento compré las entradas, para un concierto de la Orquesta Sinfónica de Bilbao dirigida por el Director de Orquesta Marco Armiliato y con la presencia del violín Ning Feng.



La Orquesta Sinfónica de Bilbao abrió el concierto con la Obertura festiva de Dimitri Shostakovich, y lo hicieron debo decir de una manera espléndida bajo la batuta de Marco Armiliato, consiguiendo atrapar al público, dejando entrever lo que nos esperaba después. Tras la magnífica interpretación el Director salió del escenario para regresar junto al violinista Ning Feng, y ya el recinto cayó rendido a sus pies, un virtuoso del violín que le hizo hablar en más de una ocasión, que junto con las violas realizó unos picados que erizaban la piel. Una tarde mágica donde durante 2 horas el deleite fue total, una actuación magistral del violín, que consiguió que en el transcurso de ese tiempo me olvidase del mundo y solo existiésemos la música y yo, si hay algo que puede lograr que yo alcance el Nirvana es sin duda un buen concierto de música clásica.
(Teatro Campos Elíseos
Bilbao)
Y el fin de semana pasado llegó la hora de ir a ver Cinco horas con Mario, ese regalo que hice en Reyes y al que le dediqué una entrada. Obra que tenía ganas de ir a ver desde hace ya muchos años, pero llegó el momento, dicen que el que la sigue la consigue y encima fui con la mejor compañía posible.
Magnífica adaptación teatral de la obra de Miguel Delibes "Cinco Horas con Mario" obvio no soy crítica ni teatral, ni de ningún otro tipo, pero sí puedo decir lo que sentí, lo que pensé, y lo que para mi supuso la hora y media de disfrutar de una actriz que admiro mucho, Lola Herrera, desde su voz hasta su exquisita interpretación, una dama del teatro, con permiso de Nuria Espert, la gran dama.
Un monólogo ameno que retrata de una manera fidedigna la España de la década de los 50, el papel de la mujer en esa sociedad "Una mujer tiene que saber pisar, mirar y sonreír" frase que le decía su madre a Carmen y rige su vida . La hipocresía, las apariencias, encontrarse atrapada en un matrimonio infeliz, las clases sociales, durante las cinco horas de velatorio se va retratando a esa sociedad española, clasista e hipócrita. Se nos muestran reflexiones sobre las diferencias entre géneros, clases, religiones, en definitiva, entre las personas, en mucho hemos mejorado, en otras cosas estamos igual y en algunas hemos involucionado. Lola Herrera en el escenario está inmensa, aunque aquí lo confieso no puedo ser objetiva. Cuando salíamos mi acompañante, otra gran dama, me dijo que le había gustado mucho, de hecho comentó que es de esas obras que no le importaría volver a ver. Disfrutó tanto como yo y todo el viaje de regreso a casa la pasamos comentando sobre la obra.
Ya estoy programando las siguientes citas, hay tanto y tan bueno esperándome...